Carta de una madre: Al bebé que nunca tendré

12.02.2021

TERAPIA FAMILIAR INTEGRAL

Mi querido bebé:

Era apenas una niña cuando descubrí que formarías parte de mí, de mis sueños y mis anhelos, cuando jugando con mis muñecos descubrí que sería una gran madre. Esa sensación formó desde entonces parte de mi vida, una compañera silenciosa en el viaje de mis experiencias y de mis planes, y ahí, en un apartado de mi particular mochila de viaje iba siempre la parcela de ser madre.

Una experiencia única, increíble, maravillosa a ojos de aquellos que ya han experimentado la maternidad. Y con semejante marketing como no caer en el atractivo mensaje, como no querer formar parte de esa experiencia única en la vida, que resitúa las prioridades de aquellos que la viven plenamente.

Se había convertido sin percibirlo en el gran sueño oculto de mi vida, aparcado a un lado de la carretera, sí, eso es cierto, había priorizado otros retos, otras metas profesionales y personales, pero continuaba siempre en silencio mirando por el rabillo el gran sueño.

En cambio, a veces los sueños no dejan de ser más que sueños. Y así me encontré teniendo que asumir que no todos tienen la oportunidad de experimentar la sensación de la maternidad, que no todos tienen el don de vivir sabiendo que cuando abandonen este mundo parte de ellos permanecerá en su legado, en su familia, en su estirpe.

Cómo decirte adiós, sin haberte dicho hola

Y tras una vida alimentando este sueño, he de confesar que el alma se me resquebrajo en mil pedazos al ser consciente de que ya nunca existirás. Que nunca experimentaré la maternidad, que tendré que decirte adiós, mi bebé, sin nisiquiera haberte dicho hola. Ya no te sentiré crecer dentro de mí, nuestros corazones no latirán al unísono, ni podré sorprenderme con tus pataditas, ya no tendré que elegir tu nombre. Son tantos ya no...que, sin querer los siento como una losa en mi corazón.

Y al tiempo siento vergüenza, una inmensa vergüenza porque ese dolor no acompaña una pérdida real, cómo poder estar triste cuando en realidad yo no he perdido. Y es cierto, he descubierto que existe otra perdida, una que no es el aborto, que no está relacionada con el fallecimiento de tu bebé, sino con la muerte de tu sueño, la maternidad y que se denomina infecundidad, in-fertilidad, esterilidad. Un luto que se oculta, una tristeza que se disfraza, una pena que se tapa con la ilusión de que algún día al mirar al frente en el camino de la vida, a través del rabillo del ojo ya no vislumbrarás la maternidad, y en su lugar, un nuevo sueño iluminará tu sendero.

Hasta entonces a todas aquellas mujeres que han tenido que decir adiós sin haber dicho hola, mi más sincera admiración. Vosotras sois mi ejemplo de resiliencia, de seguir adelante afrontando las circunstancias de la vida, aprendiendo a caminar buscando una nueva luz que guíe nuestro futuro.